jueves, 18 de octubre de 2007

La joven Jane Austen

Antes de irme a Sitges, ya tenía la intención de obsequiar a todos mis lectores (en plural, o sea, dos lectores :P) con una reseña de todas las peliculillas que me tragué en el certamen. La cosa está en proceso, pero antes, me voy a tirar el moco hablando de algo que, probablemente, no interese a nadie más que a mí. Rara que es una, qué le vamos a hacer.

En fin.

Mañana se estrena en cines “La joven Jane Austen”. A mí Jane Austen me pirra.
Todo empezó con mi afición a las películas de época. Después, descubrí que la época que más me gustaba era la Inglaterra victoriana y previctoriana (En general, el siglo XIX y su revolución industrial me parece el periodo más fascinante de la historia del hombre). De las películas salté a los libros, y resultó que la mayoría eran mejores que las películas por muy buena que fueran éstas. Aunque la mejor novela de este periodo sea “Cumbres Borrascosas” de Emily Brontë (si no lo habéis leído, ya estáis tardando), la obra de Jane Austen es tan entrañable y desprende tan buen rollo que es del todo comprensible el hecho de que sea la segunda autora más adaptada de todos los tiempos (después de Agatha Christie).
Jane Austen sólo escribió seis novelas. No tuvo tiempo para mucho más, porque la primera en ver la luz, “Sentido y Sensibilidad”, se publicó en 1811, y ella murió sólo seis años después, tres meses antes de cumplir los 42. Si no habéis leído ninguna de sus obras, casi todas se resumen de la siguiente manera: una joven adelantada a su tiempo (con una o varias hermanas/os a las que adora) debe elegir un marido para vivir de las rentas, pero que, además, sea su amor verdadero. Aunque la prota suele sentirse atraída en un primer momento por jóvenes poco convenientes, finalmente recapacita y se queda con el otro: el menos joven, por lo general más adinerado y más bueno y bienintencionado que Heidi en Navidad.
Dicho así, suena a pastelón, pero nada más lejos de la realidad. Las novelas de Jane Austen reclaman el derecho de la mujer a decidir con quién y cuándo casarse. Sus heroínas han recibido una educación que va más allá del canto y el bordado: saben de literatura y política, y se indignan cuando los hombres niegan a las mujeres la oportunidad de cultivarse. Además, Jane Austen fue la primera escritora de masas que se atrevió a criticar explícitamente determinados comportamientos y hábitos masculinos. Recordad que estamos hablando de la primera década del siglo XIX.

Pero resulta que todo eso que suena tan bien (la crítica social, el feminismo, los finales felices,…) era diametralmente opuesto a la realidad de su vida. Jane Austen nunca se casó y pese a las buenas ventas de “Sentido y Sensibilidad” y “Mansfield Park”, nunca logró vivir de su trabajo. Aunque estos dos títulos fueron unos superventas de su época (de Mansfield Park se agotó la segunda edición), ella sólo recibió 110 libras por el primero y 140 por el segundo. “Orgullo y Prejucio” se lo publicaron sin pagar derechos de autor (¡bah, era de una mujer!) y los poco ahorros que tenía se los gastó en la publicación de “Emma”. “Persuasión” y “La abadía de Northanger” se editaron después de su muerte, así que ella comió toda su corta vida adulta gracias a la caridad de sus hermanos varones.

Después de tantas adaptaciones de sus novelas, era inevitable que hicieran la película sobre la vida de la escritora. “La Joven Jane Austen” es una versión un tanto libre de esa vida. Jane Austen tuvo a los 20 años un pretendiente llamado Thomas Lefroy. Eso pasó de verdad. Se supone que nunca llegaron a casarse porque él tenía problemas económicos, pero la verdad es que el compromiso nunca llegó a hacerse oficial pese a que Jane le escribió a su hermana que la relación existía. En la película, se nos presenta a Tom Lefroy como el verdadero amor de Jane, un joven apasionado, vivaz y algo juerguista, que oculta detrás de esa fachada un corazón tierno. Ella no se casa porque Tom no tiene ni un penique, pero resulta que él es pobre como una rata porque debe mantener a sus padres y a sus siete hermanos menores. Ella decide no ser una boca más que alimentar y así se acaba todo.
En la vida real, Jane tuvo una aventura cinco años después con un hombre del cuál se desconoce el nombre. Iban a casarse, pero él murió antes. Dos años después, cuando Jane tenía 27 años y ya se había convertido en una solterona, se comprometió con Harris Bigg-Witther, pero ella rompió el compromiso un par de días después alegando que no lo amaba lo suficiente. El pobre Harris tenía mucho dinero, pero las crónicas de la época lo describen como un joven (21 años tenía cuando la pidió en matrimonio) “obeso y de maneras algo torpes”.
O sea, recapitulemos. La Jane Austen de verdad se enamora del pillo Lefroy y después tiene una aventura clandestina, confesada sólo a su hermana, con un desconocido. Desde luego, no tiene nada que ver con lo que pasa en sus novelas. No me refiero sólo al hecho de que en los libros la protagonista acabe casándose, sino que además lo hace con un hombre responsable, sensato y estimado por la comunidad. Todo el mundo aprueba la relación entre ambos salvo la arpía de turno y ellos viven su amor felizmente, por los siglos de los siglos, amén.

Y todo esto me lleva a la siguiente reflexión: ¿Acaso la Jane Austen real hubiera preferido a Wickham o a Willoghby? ¿Se imponía como penitencia por sus “desviaciones” que sus heroínas eligieran al Darcy o al coronel Brandon de turno? Me niego a creer que a Jane Austen le fueran los chicos malos. ¿Quién puede preferir un Wickham a un Darcy? No, nadie. Me niego mil veces a creerlo.

“La joven Jane Austen” se llama en versión original “Becoming Jane”. Para mí, le podrían cambiar el nombre por “Demythologizing Darcy”. ¡Qué disgusto más grande!



(único retrato de Jane Austen que existe dibujado por su hermana Cassandra)