miércoles, 23 de mayo de 2007

Quesito El Caserio y algún Petit Suisse

Hoy tenía pensado escribir sobre lo hijoputa que es Aznar. Pero paso de ponerme de mala leche y de molestarme por ese imbécil redomado. Qué le den.
O sea, que he decido cambiar radicalmente de tema y centrarme es algo mucho más agradable: mitos sexuales absurdos e imposibles de mi infancia.
Todo ha venido por tres cosas. Primero, por los comentarios de la última entrada del blog de Mr. D. Eso me ha hecho recordar la (ya) mítica frase de “Julieta era de mentira… y además era una perra”. La guinda ha sido que anoche me puse el DVD de Pride & Prejudice (la última versión, la de la Kiera), y hay que ver el buen gusto que tenían estas inglesas del siglo XIX para los hombres (Mr. Darcy de P&P y Hareton Earshaw de Whuthering Hights – un gran abucheo para el odioso de Heathcliff – son mis grandes mitos sexuales literarios imposibles. Pero eso lo dejaremos para otro día)

En fin, abróchense los cinturones que empezamos.


Éste es el number one de la lista. De hecho, marcó un antes y un después. Yo tenía 12 años y viendo Explorers de Joe Dante confirmé lo que ya sospechaba: que me gustaban los niños. Hasta ese momento yo había sido como los ángeles, sin sexo definido, pero entonces apareció él. ¡Qué me gustaba Wolfang Müller! Qué listo era, qué bueno y qué familia más divertida tenía. Además construía naves espaciales y se acababa enamorando de una extraterrestre. Por si alguien no lo sabe, es River Phoenix, pero a mí no me molaba él en absoluto. El que me gustaba de verdad era Wolfang.



Y es que cuando eres pequeño, los que te gustan son los personajes y no las personas (hay algunos adultos a los que también les pasa eso). Antes de que Wolfang Müller me convirtiera en un ser sexuado, yo solía ver sobre todo dibujos animados. Dibujitos que se dice en mi tierra. O periquitos que decía mi abuela. O macacos, que es otra palabra muy sevillana que se está perdiendo y que reivindico desde aquí.
Solidarizándome con el asunto Julieta, confieso mis dos debilidades macaquiles:





El primero es Stear (diminutivo de Alistear), primo de Anthony el primer novio de Candy, Candy. También era inventor (como mi Wolfang) y le encantaban los coches, los aviones y demás artefactos mecánicos. Como no vi la segunda parte del anime, nunca supe lo que pasó con Stear. Desgraciadamente, hoy me he enterado de que Stear se hace piloto y muere durante la I Guerra Mundial. Hala, otro muerto. Dos de dos (aunque claro, es más glamoroso morir por la patria que de una sobredosis)
El segundo es más conocido. Presto, el mago de Dragones & Mazmorras. Este no me gustaba tanto, pero debo admitir que despertaba en mí una especie de ternura que lo convirtió en la primera imagen que recorté de una revista para pegarla en un cuaderno del cole. Snif, qué tiempos aquellos.



Y acabo con Phill, el guay de Into the Labyrinth, la serie favorita de mi infancia. En realidad Into the Labyrinth me daba un miedo atroz, pero ahí estaba yo como un pepe todas las tardes para tragarme el capítulo (La serie es del 81, así que yo era una auténtica mocosa) Los protas son tres niños que entran en una cueva y quedan atrapados en una especie de mundo mágico del que sólo podrán salir si pasan unas pruebas, ayudan a unos magos y encuentran la puerta dimensional (¡Anda, pero si es el mismo argumento de D&D!). Los niños eran Helen y Terry, dos hermanos rubitos, y Phill, algo mayor que ellos. Creo recordar que Phill era mal estudiante y algo chulillo, y que a Helen le gustaba. Por eso él y Terry estaban todo el día de gresca. Y luego estaba los magos: Rothgo, Lazlo, la buja Belor… jo, qué miedo! Pues eso, que Phill era super valiente, super decidido y super listo, y molaba un montón (claro, yo tenía seis años, ahora que lo vuelvo a ver, vaya piltrafilla que era el pobre).

5 comentarios:

Anónimo dijo...

al mail

Luis dijo...

Che, hablando de series... En The Film Zone, están pasando desde unos meses Firefly...

Bueno, la verdad que la amistad, por suerte, no viene por nuestros gustos cinéfilos o televisivos :P
Digo, no es gran cosa... Evidentemente, a mí la coherencia científica mucho no me llama la atención, jajaja...
O sea, no es lo peor, pero me resulta tan descartable como Serenity (ya te dije que fue lo único que sí me encantó de la peli, ¿no? ;-)

Me olvidé de decirte hace unos meses, me acordé ahora que estoy mirando (mientras hago un trabajo para la facultad) CSI:NY -los capitulos de la anteultima temporada por AXN, que los emite de lunes a viernes mientras los jueves pasa los capítulos estreno de la última temporada...

A todo esto... ¿viste una serie inglesa llamada Hex? Bastaaaante tonta sobre demonios, brujas, fantasmas, ángeles, íncubos y súcubos... Digo, la mezcla parece interesante, llega un momento que las situaciones no lo son...

Y mientras tanto, sigo luchando porque me repongan El Capitán Centella por alguno de los canales infantiles, que pasan todo tipo de ánime de toda las épocas, menos esa serie...

Bueno, basta de lata, sigo haciendo lo mío...

Besitos

Mr. D dijo...

Curioso. Todos los mitos sexuales de tu infancia son un pelin "nerds" excepto uno, que parece mulato. De ahí que hayas terminado compartiendo tu vida con alguien de genuina sangre cubana.

De los mios mejor ni hablamos, que me gustaba la "fea" de los Parchis y una osa que salía en los Osos Gummi. Creo que todos hemos sido un poco zoofilos...

pecoselmer@gmail.com dijo...

jajaja.. vamos bien... a mi molaba el Sherlock Holmes de la serie de dibujos animados creo que se llamaba en la versión japonesa Meitantei Holmes(ver link)... entre animales anda el juego...

Asokita dijo...

Mr. D, la fea de Parchís no era fea! Era seria, pero no fea. Y lo de los osos Gummy... bueno, eso me va a costar más trabajo justificarlo ^_^ ¿Qué opinabas de los Wuzzles? Osaposa tal vez?
Y Sherlock Holmes era adorable!

Y yo es que siempre he sido muy nerd. Ahora porque me compro ropita del Zara, pero tengo fotos que podrían haber inspirado a los estilistas de Yo soy Bea...