viernes, 3 de agosto de 2007

Topo Gigio en el país de las maravillas

Iba a titular esta pseudocrónica de mi visita a Islandia como “La isla del fin del mundo”. Hubiera sido un error, porque Islandia es todo lo contrario: “La isla del principio del mundo”.
Imaginad que viajáis en el tiempo; millones de años hasta una época en la que el planeta estaba en formación (esto es un recurso literario. En realidad, según la teoría de la deriva continental, las placas tectónicas se mueven cada día un poquito, con lo que la “formación” de la Tierra es un proceso infinito). Seguro que se os viene a la cabeza volcanes erupcionando, ríos de lava y agua helada en colisión, hielo fragmentándose, nubes de polvo y vapor de agua, vegetación escasa transformando la superficie de la roca yerma con sus pequeñas raíces… Pues bien, eso es Islandia, el último territorio virgen de Europa. La isla del principio del mundo.

Probablemente, una semana no sea tiempo suficiente para explorar la isla (que cuenta con una superficie total de 103.000 km2, más o menos como Andalucía y Murcia juntas), pero sí para hacerse una idea de cómo funciona el país y para dejarse impresionar por sus rarezas de todo tipo. Al principio del viaje, no podíamos evitar compararlo todo con Escocia, pero una horas después caes en la cuenta de que el impacto físico y psíquico que provoca Islandia en el viajero (al menos en mí ^_^) supera con creces cualquier experiencia previa. Todo es extrañamente diferente y cambiante, e inmensamente grande. Eso por no hablar de la vida de la Islandia moderna y de sus precios desorbitados…
Pero centrémonos en unas cuantas de las maravillas islandesas y en una cuantas de las fotos que hemos hecho durante la semana. Eso de que una imagen vale más que mil palabras es verdad en este caso, así que comienzo por lo que más me ha gustado: el volcán Krafla y el área del parque nacional de Jökulsárgljúfur, con el precioso lago Mývath y sus curiosas formaciones geológicas.



Éste es el cráter del Krafla. Así visto no parece gran cosa, pero si os digo que entró en erupción por última vez en 1984 y que la lava aún está caliente después de 23 años, seguro que os da más respeto. Éste es el aspecto de la colada de la erupción de 1984.



El paisaje en los alrededores es casi dantesco: fumarolas, agua hirviendo, pozas burbujeantes de algo parecido a alquitrán y un olor a azufre que despierta a los muertos. Nauseabundo pero fascinante (ya digo que fue lo que más me impresionó).








A sólo 13 kilómetros de allí está el lago Mývatn, un acumulación de agua de origen incierto aposentada sobre una de las bombas de relojería más grandes del planeta. Un día Mývatn hará pum y desaparecerán sus pseudocráteres (creados por el estallido del vapor de agua formado súbitamente al caer la lava al lago), las curiosas y fantasmagóricas formas que el tiempo y el clima han moldeado en el laberinto de lava de Dimmuborgir y, por supuesto, los millones de mosquitos que habitan el lago (Mývatn significa en islandes "agua de mosquitos"). Todo desaparecerá para volver a empezar...







En el número dos de la lista de "dejarte sin respiración" están los glaciares. Hay unos ocho en toda la isla de diferentes tamaños. Entre ellos Vatnajökull, en el parque nacional de Skaftafell, el más grande de Europa y absolutante impresionante. La foto no le hace nada de justicia.



Por su lado sureste, Vatnajökull empezó a fundirse en los años 30 formando un lago al que bautizaron como Jökulsárión. El lago, en el que viven focas y un sin fin de aves (entre ellas la grácil y escandalosa golondrina ártica), desemboca en el mar, arrastrando grandes trozos de hielo que se quedan varados en la negra arena volcánica de la playa. Las diferentes tonalidades de azules del lago, aunque no son más que una ilusión óptica, dejan hipnotizado a cualquiera. Por si acaso no volvemos, nos permitimos el lujo de dar un paseo en barco anfibio por el lago.





En el número tres coloco a la falla que forma la separación-unión de les placas tectónicas americana y euroasiática. Desde el punto de vista geológico, podemos cambiar de continente en lo que se tarda en pasar un diminuto puente de madera, más propio de un jardín japonés que de una formación geológica de esa magnitud. La sensación es muy extraña. América y Euroasia se deslizan bajo tus pies en un viaje infinito del que sólo los islandeses son conscientes. Con unas balizas amarillas van marcando el casi inapreciable desplazamiento mientras los turistas se hacen una foto detrás de otra. Aunque la falla atraviesa el país en diagonal, el mejor sitio para verla es el parque nacional de Zingvellir, al suroeste del país, sede, además, del primer parlamento de Islandia, constituido en torno al año 930 (o sea, uno de los más antiguos del mundo).



Otro espectáculo natural que goza de mucha popularidad son los saltos de agua. El problema es que hay tantísimas cataratas que, vista una, vistas todas. Además, las alturas me dan pavor, y ver caer toda esas cantidades de agua desde casi 100 m (a veces más), con ese ruido tan ensordecedor... en fin, que me provocaba un vértigo que acabé cogiéndole manía a las puñeteras cascadas. La mejor para mí, Godafoss, aunque la más grande es Dettifoss y la más visitada, Gulfoss (como habéis deducido, la terminación foss significa salto de agua).








Cerca de esta última cascada, la de Gulfoss, se puede visitar otra de las espectaculares consecuencias de la actividad volcánica islandesa: los géiseres.



Vuelvo a decir que todo lo relativo a los volcanes me ha encantado, así que no os extrañe el hecho de que nos pasáramos más de dos horas mirando subir y bajar los chorritos de agua...



Para acabar (ya sé que os ha sabido a poco, pero tardo seis años en subir cada foto...), cuelgo unas cuantas fotillos de la entrañable fauna islandesa. Los frailecillos son los reyes del lugar y un símbolo del país (por cierto, se los comen). Las focas posan para los turistas en Jökulsárlón. Los delfines también pueden verse con una cierta facilidad cogiendo alguno de los barcos que salen de diferentes puntos de la isla (nosotros hicimos el circuito desde el pueblo de Húsavik). Lo realmente complicado es ver ballenas. Aunque te garantizan un 99% de probabilidades, nosotros sólo vimos, además de un grupo de siete delfines de hocico blanco, una cría de rorcual aliblanco (Minke whale en inglés, he tirado de google para saber cómo se decía en español) y, sinceramente, nos supo a poco. Navegamos a 35 km del círculo polar ártico en todo un alarde de resistencia al frío y, sobre todo, al viento. No olviden un buen protector labial si van a Islandia.







Y con esta bonita, aunque insustanciosa, imagen de la ballena, me despido no sin antes rogarles que, si quieren utilizar algunas de las fotos, me lo digan (que no hay derechos de autor ni nada, pero esta feo coger las cosas sin pedirlas, ¿no?). Ea, espero que lo que les cuente el año que viene sea igual de bueno.

10 comentarios:

Mr. D dijo...

Guau! Yo quiero ir!

Luis dijo...

A ver... vamos a hacer un comentario corto, que recién estoy levantado y son las 12 del mediodía (llegué de un recital a las 4 de la mañana, así que no digas nada ;)

Mientras te leía y veía las fotos, pensaba que si con ofri que debe hacer y sigue caliente esa lava, es obvio que impone respeto.

Y por lo demás, me encantaron las fotos, y el post y no me supo a poco. Al contrario, alguna vez me daré una vuelta por allí...

Que andes bien, y me encanta que salgas a pasear más seguido, y no todo el tiempo trabajo :)

Besos

pecoselmer@gmail.com dijo...

Qué pasada!! Menudas fotos!

rei dijo...

pedazo homenaje ke os habeis pegadoooo, os lo mereceis!!

y me encantaaaann las fotos!! la verdad es ke dan ganas de pegarse unos dias de frio con naturaleza de colorines!!

Unknown dijo...

Chochi por dios, eres como Justine Shaphio, la de los documentales del lonely planet... te ha faltao poner una foto tuya con cara de asco mientras pruebas el frailecillo al pil-pil o algo así. Por cierto, que qué estupendos salimos en las fotos de la boda de laSilvia, no es por nada, pero es que los que valen valen, y la percha hace mucho... Ea, pues nada, ya me iré pasando por aquí para ver con qué nuevo viaje sorprendes al person. Hasta pronto, Justine!!!

Unknown dijo...

Justine Shapiro, que al releer me he dado cuenta de que me he comido una erre...

Anónimo dijo...

Hola. Me han encantado tus fotos del viaje. He visto algunos reportajes de Islandia en el canal viajar y se veían paisajes alucinantes, como de una novela de Tolkien. De hecho, creo que allí la gente está muy flipada con los Elfos.
También hablaban de una raza especial de caballos islandeses que tienen un trote úunico llamado "tolt" o algo así.Por lo visto pueden cabalgar con un vaso de agua sin que se le derrame.
Bueno, muchos besitos a los dos. Supongo que sabes quién soy (jesús). A seguir bien.

Anónimo dijo...

Qui-na-pas-sa-da!

Supera amb escreix qualsevol imatge mental que pugui fer-me'n després de parlar-ne amb tu per ràdio! Et passaré el teu comentari, que va quedar prou bé i va agradar molt! I realment tenies raó en tot.

Genial.

Anónimo dijo...

yo también estuve en islandia. es muy bonitoo. :D

Diana entrebrochasypaletas dijo...

Unas fotos realmente alucinantes, en serio que una se queda sin palabras al ver cosas tan preciosas. Y nada, que un placer haberlas podido disfrutar, no quiero ni pensar el gustazo que tiene que ser verlo en "directo" : )