viernes, 4 de mayo de 2007

Una pelota redonda como un queso

Sí, sí, tú y yo lo sabíamos. Ya lo dijo el blog del quesito: hay que pagar los impuestos que tocan, cuando toca (sí, va por ti, Isabelita, reina mora)

Y en otro orden de cosas, no puedo más que alegrarme por la victoria del Sevilla y su clasificación para la final de la UEFA. Me explico. Lo mío con el fútbol es como una montaña rusa: ahora sube, ahora baja. De pequeña lo detestaba. Meterme en el coche un domingo por la tarde y escuchar Carrusel Deportivo era la peor tortura a la que podías someterme. De hecho, siguen dándome arcadas escuchar a Pepe Domingo Castaño.
Pero luego crecí, y mi padre nos hizo socios del Sevilla a todos (él y mi hermano el segundo ya lo eran). Así que durante años estuvimos los cinco yendo al gol sur del Sánchez Pizjuán. Fue entonces cuando empecé a entender un poquito cómo iba eso de los 22 tíos corriendo de un lado para otro detrás de un balón. También me aficioné a las pipas Kelia, me aprendí el himno y sí, entendí “lo del fuera de juego” (que tampoco es tan difícil, la verdad, una vez que te pones…)
Adoraba sobre todo los partidos del sábado, con la luz artificial del campo (cosa de astigmáticos) y los bocatas que preparaba mi madre. Ser del Sevilla era para nosotros algo natural. Como respirar más o menos (y nadie se le pasa por la cabeza dejar de respirar, ¿verdad?)
Luego crecí un poco más. Intelectualmente, se entiende, porque de altura me quedé igual que estaba. Este crecimiento personal (toma cursilada) me llevó a odiar sistemáticamente todo aquello relacionado con la (in)cultura de masas. Y el fútbol, mira tú por donde, era su mayor exponente. Pero yo seguía siendo del Sevilla, claro. Lo único que pasaba es que ya no me importaba tanto si perdía o si ganaba, y ya no me sabía la alineación. Entonces entré en la universidad y me metí en el equipo de fútbol sala, lleno de sevillistas, béticas y culés. Lo único que nos unía era nuestro equipo, al que conseguimos ascender a primera de la liga universitaria, y nuestra tirria al Real Madrid. Después de cada partido hacíamos el “tercer tiempo” que consistía básicamente en beber cerveza y hacer la quiniela. Nunca ganamos ni una peseta, pero los terceros tiempos son inolvidables.
(Aprovecho para mandar un saludo muy grande a Mari Luz y a Marisa, que siempre les tuve mucho aprecio y no sé nada de ellas desde hace siglos…)
Pues eso, que mis amigas de la facultad y yo quedábamos para ver los partidos de fútbol. Todavía recuerdo la final de la Copa del Rey entre Barça y Betis en casa de Mireia, bebiendo Cruzcampo, comiendo coca de recapta (es que Mireia era muy suya) y celebrando los goles de Figo. Bueno, todas menos Mari Feli y Miriam, que eran y siguen siendo más béticas que Hugo, el perro de Don Manué.
Resumiendo, que por aquel entonces, el Barça se convirtió en mi segundo equipo. Me dejé de remilgos intelectualoides y dejé que la pasión futbolera me invadiera de nuevo.
Unos años después me vine a vivir a Barcelona, y hete aquí que empecé a aborrecer al equipo. El hecho de que hablaran de él día y noche y la prepotencia de los periodistas deportivos hizo que acabara cogiéndole manía a todo lo que tenía que ver con el Barça. Al principio renegaba de ese sentimiento. Cada vez que veía un partido del Barça y me pasaba por la cabeza un pensamiento del estilo “ojalá pierdan para que se callen esos imbéciles prepotentes” me autocensuraba y me obligaba a pensar en lo infelices que una derrota del Barça haría a muchas de las personas que me rodean. Por aquel entonces, el Sevilla no iba demasiado bien, así que entre una cosa y otra, volví a la fase “negación del fútbol”.
Eso fue hasta el año pasado. Entonces, al Sevilla se le ocurrió empezar a ganarlo todo. El centenario del Sevilla y su temporada más gloriosa coincidió con la enfermedad de mi abuelo, que era el sevillista más ferviente que he conocido nunca. Vio la final de UEFA en el hospital, y murió 20 días después sin saber que su equipo ganaría la Supercopa de Europa y que, a menos de un mes para que acabe la temporada siguiente, estaría optando a tres títulos. Y clasificado como el mejor equipo de Europa según la UEFA. Ahí es nada.
Confieso que lloré el día de la final. Cuando el Sevilla marcó el primer gol no acaba de creérmelo. Pero cuando Maresca marcó el segundo… entonces volvieron las pipas Kelia, los bocatas del sábado, los cánticos absurdos desafinados, las bufandas blanquirojas que picaban tanto en pleno mes de junio, y sobre todo mi abuelo, enseñándonos desde pequeños que el único equipo del mundo era el Sevilla F.C.
Desde entonces, quiero que el Sevilla lo gane todo. Y me preocupa, porque es una sensación absolutamente irracional que no puedo controlar. Creo incluso, que si yo saltara al campo sería capaz de jugar medio bien de las ganas que le pondría (y ya es decir).
Y sé que el negocio del fútbol es asqueroso. Que el presidente del Sevilla es un facha mafioso, que pone la bandera de España en todas partes y que seguramente acabará en la cárcel con Julián Muñoz. Me da igual.
Aunque mi parte racional se resista a reconocerlo, tengo el virus fútbol latente, escondido en algún rincón. Soy así de mundana, qué le vamos a hacer.

5 comentarios:

Luis dijo...

Ejem, ejem...
Y yo recuerdo a alguien que se burlaba de mí porque era fanático de un tal River Plate...

Por lo menos nos une el color del equipo y que es hincha una amiga sevillana que conozco de por ahí xDDDDD...

Entre nubes de tormenta, agua a cántaros, rayos y truenos que están haciendo sonar las alarmas de los autos estacionados en la calles (cuando aquí truena, truena), te deja un beso un visitante anónimo de tu blog ;)

rei dijo...

felicidades!! porke ya está hecho, estos del espanyol no creo ke den mucha guerra!!
besete

Asokita dijo...

Ai, Rei, no diguis blat fins que no sigui al sac i ben lligat!

Mr. D dijo...

Y no has hablado del Arrebato, insigne tenor, que con sus cantos llevará al Sevilla hasta la victoria final!

Anónimo dijo...

Últimamente veo los resumenes del Barça con música Bollywood de fondo. La cosa funciona: las coreografías de Ronaldiño, Messi, Iniesta y compañía se coordinan de forma magica con el Chaiyya Chaiyya. Espero que el Barça gane la liga, es el equipo que AÚN hace un mejor futbol digan lo que digan los de las estadísticas esas - organismo surrealista donde los haya - y diga lo que diga el Del Nido ( ¿se podía superar en gilipollez a Gil y Gil y a Gaspart? Sí ), espero que el Espanyol gane la UEFA (por dos de mis hermanos, sobretodo por Pep, se lo merece), y que el Sevilla se lleve la Copa del Rey, que a mi todo lo que suena a monarquía me produce náuseas. Y tb todo lo que lleva la palabreja "Real"... A ver que día aprendemos de Francia y nos dejamos de lastres palaciegos. ¿Y si la niña cuando crezca se les hace actriz porno? jejejeje, y en vez de Sofía Borbón se cambia a Sofía Bombón. Sería entrañable, ble.